Quaderna: Ciencia y pensamiento. VIVIR: “AL FINAL NOS LLEVAMOS LO QUE HEMOS VIVIDO” Per Joan Huguet

En el vertiginoso correr de los días, es fácil perder de vista lo esencial. La reflexión: “Al final del camino solo nos llevamos lo que hemos vivido”; a la que se puede añadir, “aún estamos a tiempo de vivir lo que nos queremos llevar” la leí no hace mucho en la puerta trasera de una furgoneta y nos recuerda que la vida no se mide por lo que acumulamos, sino por las experiencias y valores que nos enriquecen, que nos definen y que dejan huella en nuestra alma. Para mí, en este viaje de la vida, los pilares de la amistad, la familia, el conocimiento, la verdad y la solidaridad son los que deben iluminar el camino hacia una existencia plena y significativa.

Empezando por la amistad, diremos que esta, si es auténtica, es uno de los regalos más preciados que podemos llevarnos. Los amigos son los testigos de nuestras alegrías, nuestros confidentes en las penas y los compañeros que nos recuerdan que no estamos solos. Una vida sin amistad sería una existencia desierta, carente de ese vínculo que nos impulsa a ser mejores y nos sostiene cuando tambaleamos.

Vivir para llevarnos la amistad implica cultivar relaciones basadas en la confianza, el respeto y la lealtad. No se trata de acumular conocidos, sino de profundizar en esas conexiones que nos hacen sentir valorados y comprendidos.

En relación a la familia decir que es la cuna donde aprendemos los valores que guían nuestra vida. Es el espacio donde encontramos apoyo incondicional, donde se forjan los primeros lazos de amor y donde descubrirnos qué significa “pertenecer”.  Vivir plenamente la familia significa valorar nuestra pertenencia y apreciar el tiempo que pasamos juntos; también sanar las heridas que puedan haberse abierto.

Ya sé que la familia no siempre es perfecta, pero es en su imperfección donde se manifiesta su humanidad y su belleza. Pensemos que al final del camino, los abrazos de los padres, las sonrisas de los hijos y las palabras de los hermanos formarán parte de lo más valioso que nos llevaremos.

Vive lo que te quieras llevar (Foto: Fernie Alpine Resort)

Por su parte, el conocimiento es la llave que nos permite entender el mundo y a nosotros mismos. Es un valor que trasciende lo material y nos conecta con lo eterno. A lo largo de la vida, el aprendizaje se convierte en refugio, en fuente de crecimiento personal y en herramienta para construir nuestro propio legado; así que vivir lo que queremos llevarnos también significa dedicar tiempo al descubrimiento, a la curiosidad insaciable, al deseo de saber más. Cada libro leído, cada lección aprendida y cada idea comprendida nos transforman y nos acompañan como parte de nuestro ser más profundo. No dejemos nunca de aprender porque el conocimiento es nuestra brújula que nos orienta.

Refiriéndonos que ahora a la verdad decir que ésta es un valor esencial para vivir con autenticidad. En un tiempo donde las apariencias suelen dominar, elegir la verdad nos libera de las máscaras y nos permite vivir en coherencia con quienes somos realmente.

Vivir para llevarnos la verdad implica ser honestos con nosotros mismos y con los demás. Es tener el valor de mirar de frente nuestras propias sombras, reconocer nuestros errores y actuar con integridad; de ahí que una vida basada en la verdad nos da paz, porque sabemos que hemos sido fieles a nuestros principios y a nuestra esencia.

Por último, y no por ellos menos importante, la solidaridad nos recuerda que no estamos solos en este viaje. Compartir lo que tenemos, tender una mano a quien lo necesita y participar en la construcción de un mundo más justo son acciones que nos enriquecen tanto como quienes ayudamos.

Vivir para llevarnos la solidaridad es entender que el bienestar propio está ligado al de los demás. Las acciones solidarias – por pequeñas que parezcan- dejan una huella imborrable, no solo en quienes las reciben, sino también en quienes la practican.

En última instancia, vivir lo que queremos llevarnos no es solo una cuestión de experiencias, sino también de valores, tal como ya hemos apuntado. La amistad, la familia, el conocimiento, la verdad y la solidaridad son los cimientos de una vida que vale la pena vivir y recordar. Cada día es una oportunidad para alinear nuestras acciones con estos principios, para crear momentos que realmente importen y para construir un legado que trascienda nuestro paso por este mundo.

No olvidemos nunca que cada día ofrece la oportunidad de acercarnos a esa vida que deseamos recordar, a esos instantes que queremos atesorar en memoria y que el tiempo, ese recurso finito e incontrolable, no se detiene. Pero nosotros si podemos detenernos, mirar nuestro rumbo y cambiar la dirección si no nos lleva hacia donde realmente queremos estar. La repuesta está en nuestras manos.

En definitiva, la reflexión aquí apuntada nos invita a tomar conciencia de nuestras vidas. No importa dónde estemos ni cuánto tiempo haya pasado; siempre podemos elegir vivir de una manera que nos haga sentir plenos. Porque al final, lo único que realmente nos llevaremos es aquello que vivimos con amor, verdad y propósito. No esperemos. Aún estamos a tiempo.

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