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Quaderna: Ciencia y pensamiento POLÍTICA: LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA Y PLUTARCO. Per Joan Huguet

No cabe duda que la moral cristiana ha tenido una influencia en la política desarrollada en el mundo occidental desde hace siglos y más concretamente en Europa. Así, bajo el principio de “justicia” se apela a leyes “justas” que aseguren y protejan los derechos de todos los ciudadanos, también de los no nacidos; obligando a las instituciones a tener que gobernar con transparencia, equidad y sin discriminación.

Otros de los grandes principios de la doctrina social de la Iglesia, es el principio de la verdad, entendida como honestidad, que obliga a los políticos a apartarse de las mentiras, manipulación, desinformaron y acercarse con humildad el servicio público en el ejercicio de su función.

Para la doctrina social de la Iglesia estos principios son necesarios para dedicarse a la política, no como profesión si como vocación, que en todo momento debe impregnar la búsqueda permanente del bien común y defensa de los intereses generales por encima de los particulares, evitando en todo momento querer alcanzar un estatus particular para corromperse.

Se trata de hacer efectiva la solidaridad en política y esta consiste, no en dar limosna, sino en procurar el bienestar colectivo para todos, y de manera especial para los más débiles; trabajando incansablemente para conseguir una educación pública de calidad y una sanidad universal efectiva; así como unos servicios sociales que den cobertura a los más necesitados.

Así las cosas, afirmo que no importa si un político es creyente o no, si es cristiano o no, si conoce o no la doctrina social de la Iglesia. Lo que importa es que estos principios tomen cuerpo y se hagan realidad en el trabajo cotidiano de los representantes públicos. Solo así se puede ofrecer una solida base ética y moral en beneficio de los ciudadanos a los que sirven. Pues bien, partiendo de la doctrina social de la Iglesia enlazo con los sabios consejos de Plutarco -célebre filósofo griego muy conocido por sus obras: “Vidas paralelas” y “Moralia”-, siendo consciente que no estamos ni en la Roma antigua ni en la Grecia de su época; no obstante ello sus “consejos para políticos” son de rabiosa actualidad en el mundo en general y en España en particular.

Así por ejemplo, Plutarco nos exhorta a practicar la virtud de la integridad personal antes de querer guiar a otros, enlazando esta, la integridad, con la templanza, la justicia y la honestidad. También nos exhorta Plutarco, a que antes que un ciudadano se dedique a la política debe procurar tener una formación y un cerebro bien equipado de conocimientos y así poder tomar decisiones justas, equilibradas y bien argumentadas. Como ven Plutarco tiene claro que el político debe tener educación y conocimiento; solo así, y con un aprendizaje continuo, se puede forjar el autentico hombre de Estado, que sabe adaptarse y hacer frente a cada uno de los desafíos y realidades que vayan surgiendo en el camino de la “cosa pública”.

Otro de los conceptos destacables en los consejos de Plutarco, se centra en la moderación, la prudencia y el ejemplo personal. Nos dice Plutarco: “El político ha de ser un modelo a seguir y que ello solo se consigue con altos entandares éticos y morales del propio político”. Solo así será creíble y responsable, para que sus decisiones y actos sean justo. “Moderación” y la “prudencia” son las claves en el uso del poder y en la toma de decisiones, solo así se pueda desterrar la arrogancia del político.

Como ven la conclusión es clara: cuando los políticos sean capaces de interiorizar e integrar los principios éticos y morales, hoy perfectamente desarrollados y ampliados en la Doctrina Social de la Iglesia, junto con los sabios consejos de Plutarco, la percepción que tienen los ciudadanos de ellos, cambiara. Se trata pues de exigir a todo servidor público que trabaje con moderación, prudencia, honestidad y sentido común, convirtiendo en clave de bóveda de todo su hacer los principios de justicia, integridad, equidad, honradez, y verdad. Se trata de hacer realidad aquello que “Fray ejemplo es el mejor predicador”.

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